Sin embargo, a nivel científico esto no era más que una hipótesis. Una idea coherente y razonable, que encaja con lo que sabemos. Pero que esta sin demostrar. O mejor dicho lo estaba, ya que un trabajo reciente ha demostrado que, al menos en parte, un exceso de higiene puede estar detrás de casos de diabetes y alergias.
Para llegar a este tipo de conclusiones hace falta tener datos que se puedan comparar. Y esto resulta complicado. Las personas que se someten al estudio tienen que estar en condiciones ambientales similares. No sirve de nada comparar a ciudadanos de un país muy frío con gente que viva en ambientes tropicales.
Y al mismo tiempo, los niveles de higiene – que están muy relacionados con el nivel de vida – deben ser suficientemente distintos. Aún habría otro factor, que no es tan importante a nivel científico, igual que puede resultar determinante: fondos para realizar el estudio. Es decir, alguien que ponga el dinero necesario.
Un lugar así existe, y se da además otra cuestión que ayuda en el estudio. Finlandia es uno de los países más ricos del mundo, con un nivel de vida muy alto y con unos estándares de higiene también muy elevados. Hace frontera con Karelia, una región de Rusia mucho más pobre. Y al sur tiene a Estonia, que podría considerarse como una situación intermedia.
El factor extra del que hablábamos tiene que ver con la incidencia de diabetes, con la cantidad de enfermos de esta dolencia en la población. Finlandia es uno de los países donde más han aumentado los casos de diabetes de tipo I en el mundo. La cantidad de personas aquejadas de esta enfermedad es seis veces superior que en la región rusa con la que comparte frontera. En Estonia la incidencia es la mitad que en Finlandia.
Los investigadores seleccionaron en cada país a 2.000 niños de entre tres y cinco años, y a 300 bebés más, para llevar a cabo su estudio. Para cada uno se diseñaron una serie de encuestas sobre costumbres de higiene, modo de vida de las familias, dieta de los niños, si tenían contacto con animales y cuánto tiempo pasaban, y toda una batería de cuestiones ambientales.
También se tomaron muestras de sangre y excrementos de los niños, y test de alergias e intolerancias de manera periódica. Por último, recogieron datos directos de higiene en una parte de la muestra – en algunos casos escogidos al azar: cantidad de polvo en las habitaciones y bajo las camas, cultivos de bacterias tomados de los muebles de la casa y las cocinas, etc.
El resultado fue claro. La única manera de explicar la diferencia entre la cantidad de enfermos de diabetes de cada uno de los países estaba en los niveles de higiene. El resto de factores era demasiado similar como para justificar lo que ya se sabía.
Sin embargo, lo que no tienen tan claro los científicos es la causa. Han planteado que puede ser que el sistema inmune, el mecanismo por el que nuestro cuerpo nos defiende de las infecciones, sea el culpable. Normalmente el sistema inmune aprende a luchar con los patógenos a base de encontrarse con ellos. Si la higiene lo impide, el sistema inmune no encuentra patógenos y aprende a atacar o bien a sustancias inocuas – como el polvo y el polen – o bien a nuestras propias células.
Pero también puede ser que se trate de una bacteria. Un organismo que, en situaciones normales, no es capaz de competir con otras especies y por lo tanto no la encontramos. Pero al acabar con sus enemigos, a base de limpiar y desinfectar nuestros hogares, puede estar presente y comenzar a dar problemas.
Fuente: José de Toledo